...Mujer Inconveniente ...Qué decir........repetiré que no hay mucho qué decir? Carajo ya lo hice...me sigue gustando Batusay

19 marzo, 2010

SONIA CAMBIABA POR PANES SU PEZ ( Versión Sonia)

A mi madre la llamaban la Chola, su padre era un indio de Córdoba y su madre una mujer pequeña y blanca del departamento de Sucre, así que Chola salió aindiada; nos parió a Wilson y a mí como a perros callejeros, crías de distintos padres con un destino de hambre marcado a partir de ser negados por nuestros progenitores y la poca certeza de Chola para aseverar la paternidad a alguno de ellos, pues fuimos concebidos en noches de casetas, seguramente contra el vallado de esos bailes, en alguna zona oscura. Soy su hija mayor, luego sigue Wilson, y estoy enterada de que posteriormente Chola se hizo tantos abortos como se pueden, que uno de los fetos no quiso morirse y salir, y tuvo que parirlo, pero el niñito murió a los seis meses de una terrible gastroenteritis, a ese tampoco podía adjudicarle un padre en concreto. Menos mal murió. Luego se preñó de un hombre del cual estaba segura era el padre del renacuajo, y parió, pero la bebé se murió también al poco tiempo por leptospirosis, las ratas le mearon los chupos de los teteros y Chola no se dio cuenta. Sí…..mi madre no era muy aseada que digamos. Virginia era su nombre de pila, o es, donde esté si es que sigue viva. Luego de saltar de rama en rama, encontró un hombre aparentemente bueno que no solo se la folló por casualidad y la desechó al instante; Antonio María, el Toño, un vendedor de jugos de naranja en el mercado Bazurto, medio sordo y sin los dientes de arriba. No nos quería a mi hermano y a mí, pero tampoco nos odiaba, un buen día la abuela paterna de Wilson tocó a la puerta, fue a pedirle a mamá que le entregara el chico para ella criarlo, pues su único hijo, el padre de Wilson, había muerto en una riña callejera hacía pocos meses, se fue para el otro mundo sin dejar descendencia, le habían apuñalado hasta los lóbulos de las orejas y pare de contar.

La cosa es que Wilson, a pesar de ser negado, como yo, había salido igualito al difunto, hasta blanquito y de pelo liso, no como yo, mulatona con pelo de pimienta.
La Chola sin pensarlo dos veces con mirada inmutable, entró al cuarto, recogió los trapos de Wilson, tomó al niño y se lo entregó así sucio como estaba a la señora que no podía creer que hubiera sido tan fácil.

Claro, antes de entregarle los trapos y al niño, le pidió una pequeña cifra aludiendo grandes problemas económicos. La señora le dio menos de lo que pedía y salió del rancho con Wilson entre brazos, el chico dando gritos y llorándome.

No volví a ver Wilson más nunca en la vida; escuche por ahí que los abuelos se lo llevaron a Venezuela, que allí tenían familia. Tenía cuatro años cuando se lo llevaron de casa en un taxi. Yo tenía ocho años.

La chola me trataba peor que a un perro, Toño ni decir.

- Sonia lava la ropa
- Sonia ve a la tienda a comprar tal cosa.
- Sonia haz el aseo!
- Sonia lámeme la pecueca de mis putos pies.
- Sonia la bandida de tu madre no está, así que juguemos al doctor: tú estás enferma y yo te reviso…ahhh juguemos ahora a “adivina donde tengo puestas ahora mis asquerosas manos, Sonia!
- Sonia por qué vengo a casa y aún no has lavado la ropa
- Sonia la callejera de tu madre ha vuelto a irse, juguemos al doctor, pero esta vez yo soy el enfermo, y tú me curas aquí donde me duele, tienes que chupar Sonia para que deje de estar inflamado…….Como le cuentes a la bandida de tu madre Sonia, te moleré a golpes hasta matarte! Perra! Te mato a patadas!
- Desgraciada Sonia no sirves para nada, Toño y yo estamos hartos de tu flojera! Anda a hacer algo!
- Tu madre sigue en la calle Sonia? Mmmmmmm…oye…te están saliendo las teticas eh?.....hay que ayudarte para que no te duelan tanto, ven aquí, Sonia juguemos al gusanito que se mete en su huequito.
- Perra como tu madre!
- Oh Sonia! La zorra de tu madre se ha ido con toda su ropa, te abandonó malparidita! Se fugó seguramente con el tipo con quien viene amaneciendo en la calle hace días. –y Toño enfurecido lanzaba los objetos de la casa,
pimmmm pammm pummmm, me empujó y pateó las paredes de retazos de madera.
- Lárgate a morirte de hambre en la calle culicagada!

Entré al cuarto, recogí mis trapos, lloré de angustia y salí de allí.

- No, espera! Quédate aquí….a cambio te portas siempre, siempre bien. –me Dijo con cierto tono que no me gustaba, y empinándose la botella de licor barato,ñeque… Llegó hasta mí y me abrazó, me sobó con sus manos sucias, y me apretó contra él.
- Llámame papi, Sonia.

- Voy a trabajar en otra cosa tarada. –me anunció un día mientras veía un partido de fútbol televisado y yo atendía la olla en el fogón, yo no respondí.

- Ganaré más plata. –Siguió diciendo.


Nos mudamos a otro barrio, Toño…perdón… “papi” y yo, a una casa que le han dado a cuidar.

Llegamos y…esa es la CASA? Una construcción gris de bloques crudos y carcomidos, con una puerta frontal desvencijada, constaba de una salita mínima, un pasillo de cocina y una sola habitación sin siquiera marco de puerta, el baño quedaba en el patio, al fondo, sin asfaltar, sin techo, sin agua, y con un hueco de cagadero tapado por un cartón, el cableado de la casa era un enredo colgante, techo de zinc color ocre por el óxido, el piso de cemento rajado y a desnivel. Mi nuevo hogar.

Toño….papi….se iba todo el día a no se donde y no compraba comida, a veces me dejaba algo de dinero para que comiera, a veces no. La vecindad era decente, había casas bonitas, muy bonitas, como la de la señora Clara, la señora Clara tenía tres hijos y no tenía marido, los tres chicos eran de un mismo padre, su difunto esposo. La viuda era muy decente y pulcra, nada parecida a mi madre, la Chola. Qué mala suerte la mía con la madre que me tocó.

A veces iba a casa de la señora Clara a ayudarle con el aseo, ella me daba comida y yo le barría, le hacia los mandados en la tienda de la esquina, y lo que ella me pidiera, todo a cambio de comida y a veces una duchita en su baño limpiecito, con champú y jabón de olor!
Sus hijos eran agradables, Víctor, Andrea y Emilito, Víctor era de mi edad, Andrea un poco más pequeña, un poco tontarrona y Emilito, el chico nervioso y tímido tendría unos siete u ocho años el chiquillo.

En la cuadra habían muchos chicos y chicas de mi edad, las chicas me despreciaban y los chicos no. Podían pasar el tiempo que desearan en mi pocilga hasta que sus madres les dieran el grito desde la terraza de sus casas:

-Jorge Andreeeeeeeeeeeés
-Cesar Iváaaaaaaaaaaannnnnnnnnnnnnnn
- Manuel Antoniooooooooooooo
- Ferrrrrrnando de la Trinidáaaaaaaaaaaaaaaa

Todas las madres siempre llaman a sus tesoritos por el nombre de pila justo al caer la tarde, ellos vuelven al lado de mamita dulce y luego de un par de horas se vuelcan de nuevo a la calle, vestiditos, olorosos y enzapatados, hasta que papi bueno llega del trabajo y ellos se van de nuevo a casa a zafarles los cordones de los zapatos, oír sumisos frente a papi y mami las quejas que mamita dulce les pone a papi acerca de las travesuras que hicieron los nenes durante el día, y si se pasan del límite entonces el hombre de la casa se zafa el cinturón y recuerdo que hasta mi casa se oían los ay papi no me pegues papi, ay yo no lo hago mas, mami dile que ya, mami ay ay ay. Me cagaba de risa, algunas veces con el estómago roncando porque Toño se demoraba demasiado. Rogaba que viniera y me diera de comer, aunque tuviera luego que tocarle la entrepierna.

No sé en que momento los chicos y yo empezamos a jugar a las casitas, al papá y a la mamá, a sobarnos con morbo, parecíamos perros enardecidos y se turnaban para frotarme, yo les pedía cosas a cambio de ello, objetos, comida, monedas; me dejaba meter mano de todos menos de Mañe; es que Mañe era extremadamente feo y tenía la cara llena de granos enormes, volcanes rojos, verdes y amarillos. Pero Mañe se emputó un buen día y amenazó a los chicos con contarle todo a sus madres si no dejaban de hablarme. Los chicos no volvieron más; entonces tomé por rutina ir a casa de doña Clara a velarle comida a cambio de quehaceres. Doña Clara comenzó a trabajar en no se qué empresa como secretaria y se buscó a una señora para que cuidara a sus chicos y la casa, pero no por ello dejé de ir a su vivienda.

Víctor y yo hacíamos cositas encerrados en cualquier parte, encerrados en el armario, en el baño, en cualquier parte donde pudiéramos escondernos, el chico me frotaba entre las piernas hasta que una ola de calor se me encendía entre los muslos y todo olía a marisquitos, a pescado y a sal. Me apretujaba torpemente las tetas que me habían crecido extremadamente, se sacaba su cosita como un palo y me la frotaba contra mi pubis, luego parecía que se moría, se moría con quejiditos y me dejaba viscosa, con un olor a ciruelas y mariscos mezclados. Toño además de pegarme cuando le daba su puta gana también me hacía lo mismo que Víctor, me pegaba cuando no me podía meter su cosa por más que lo intentara, la gente creía que me golpeaba porque alguien le ponía alguna queja, pero que va, era por otras cosas; a veces me la metía y era horrible, aunque a veces me gustaba lo que se sentía. Pero Víctor no me metía nada, no le daba tiempo nunca.

Los fines de semana no se podía hacer nada, doña Clara estaba todo el día en casa, era riesgoso intentarlo, esa señora les pegaba duro por las piernas cuando se enojaba por las fechorías, nunca tuve mucho trato con Andrea, , la niña; era medio tonta y tenía un grupo de amigas de su edad. Tenía muchas cosas lindas la chiquilla, muñequitas, jueguitos de té, escobitas, baterías de cocina, relojitos de Hello Kitty, Minnie Mouse etc. Y la Barbie súper cabello que tanto yo deseaba tener, hijueputica niñita, por qué yo no era ella? Su madre la peinaba por las noches, y le hacía trenzas los fines de semana, era menudita y de cabello rizado, yo era sucia y de afro impenetrable. Si al menos tuviera su cabello mi vida no sería tan mierda, pensaba. Yo le pedía a Víctor objetos por mis servicios, sobre todo juguetes de Andrea, pero lo que más me gustaba pedirle a cambio eran unos panes suavecitos y rellenos de queso que su madre compraba cada tarde. Deliciosos, esos panes eran la gloria.
A ese ritmo llegué a tener en poco tiempo cositas varias; tasitas de té color rosa, ollitas policromadas, colitas para el cabello que a mí no me servían pero eran bonitas, jabones de olor, champú en porciones, estampitas del grupo Menudo, un radio viejo y cosas que ya no recuerdo.

Marcelo, un viejo electricista que vivía para ese entonces a pocas cuadras de la cuadra mía, y quien fuera también vecino de mi madre en aquel antiguo barrio, el mismo que me vio a mí de corta edad corretear en casa con braguitas de repollo, que alguna vez me cargó …ahora me proponía cosas; empezó regalándome detallitos; pendientes, pulseritas, gaseosas, perros calientes, dinero…hasta que una vez me mandó la mano a los pechos y ya con qué cara me negaba?…igual…no era nada nuevo para mí, Toño estaba completamente perdido en el licor, a veces ni llegaba a casa por días enteros, una vez salió en la sección de sucesos del diario local…hacia parte de un grupo de borrachos que casi se mueren por tomar licor adulterado, en el diario aparecía que la periodista le preguntó: señor Antonio..y usted que piensa hacer de ahora en adelante? Y según y que él respondió: - Beber hasta que me muera…

…Que Marcelo estaba loco por mí y me ofrecía que fuera su amante, que Mercedes su mujer ni se enteraría, que no pasaría nada malo, me prometió para mis quince años, que ya se acercaban, una crema para alisar el cabello, ropa, unos taconcitos de gamuza y un sujetador si es que quería empezar a usarlos. Estábamos sentados en el catre del cuarto de mi vivienda, abrí mis piernas y un olor a mariscos escapó descaradamente, me alcé la blusa y le mostré mis tetas. Le dije sin siquiera mirarlo:

-Chupa.

Ahora eran Víctor y Marcelo, hasta que un domingo me convenció Víctor de hacerlo en el armario de su cuarto, me repetía que doña Clara no se enteraría.
Accedí y pusimos a Emilito a hacer guardia en la puerta de la habitación. Víctor me restregaba una mano en el coñito y con la otra me estrujaba una teta, esa humedad viscosa que salía de mi vagina mojaba toda mi entrepierna hasta llegar a mi falda… De un momento a otro abrieron violentamente de par en par las puertas del pequeño armario y ante nosotros la cara rabiosa de doña Clara nos fulminaba. Emilito asustado quedó paralizado en un rincón al otro extremo del cuarto. El armario entero olía a mi sexo, jajajaja! La vieja Clara tomó la mano de su hijito y la llevó hasta su nariz, la apartó con asco al hacer contacto con la viscosidad olorosa que cubrían los dedos del chico. Y ahí se formóel mierdero. Me gritaba toda histérica:

- Te largas a tu casa carajo, no se lo digo a tu pae porque me da lástima cómo te contramata cada vez que le llevan quejas. pervertida nojoda tan chiquita y tan culiona! Y tú ve a bañarte cochino sin vergüenza! - le gritaba luego a víctor

Salí de allí como un rayo y tras de mí dejaba las súplicas de Víctor a su madre para que no le pegara y el sonido de la chancleta estrellándose contra sus piernas.


Si…soy puta.
Siempre lo fui, tengo más de 30 años… arrugados, altamente manoseados, jodidos, mal vividos, y ajetreados; tengo inmensos juanetes en las caderas, el culo aplastado, las piernas flacas, el mondonguito del vientre incontrolable y estrías a más no poder, mis tetas que ahora parecen velas de moco ya no apetecen, mi polvo vale lo que costaría una carrera corta en taxi.

A veces me acuerdo de Wilson mi hermano, y lo imagino estudiado, hecho todo un profesional, con amigos decentes, sonriendo… resumiendo, con una buena vida, ¿se acordará de mí?
Toño murió viejo e intoxicado por licor adulterado…me alegré un poco, pero eso no aplacó mi amargura. No tengo hijos, con tanto que he tirado y nadie me preñó, asumo que soy estéril, al fin algo bueno.

Recuerdo que luego de ese mierdero en casa de la vieja Clara, en que salí despavorida con las braguitas mal puestas, pasé hambre…mucha.
Me odiaba a mí misma, me asqueaban mis dientes a los que arrancaba el sarro con mis mugrientas uñas, me asqueaba mi periodo menstrual siempre sin toallas higiénicas, mi pelo duro como mi vida, mi miseria.

Un medio día Emilito se apareció en mi casa, bien vestidito, mudo, nervioso, le pregunté alguna tontería y me respondió mirando directamente a mis senos. Me carcajee en su cara, me reí con ganas, me reí de él y al tiempo de la vieja Clara. “Jajajajajajajajajajaja, mira a tu bebe vieja estúpida. Viene a buscar a la pervertida culiona!!!!,” me habría gustado gritarle si hubiera aparecido tras él.

Seguro que Emilito ahora ya hombre, donde quiera que esté, no es putero, lo sé, esa vez no pasó de traerme el reloj rosado de su hermana la mojigata a cambio de una mamadita de tetas, y eso que se quedó con ganas de chuparme la otra teta, porque solo le dejé chupar una. La chupó con avidez y con los ojitos apretados hasta que se la arranqué de su boquita mojada. No volvió. Más le pudo la vergüenza por las cosas que le dije cuando noté su erección bajo el pantaloncito de dril.

La última vez que lo vi, era sábado por la noche, hacía dos días me había por fin alisado el pelo, Marcelo me dio dinero para comprar la crema y para pagar en la peluquería, me trajo ropa y los taconcitos de gamuza que me había prometido, luego me lo cobró follándome como quiso en un motel barato, con los taconcitos puestos. Eso fue un jueves, el sábado emprendía mis quince años estrenando ropa nueva, pelo nuevo, tacones nuevos
¿Vida nueva?

Había llovido levemente y era mi primera noche oficial de rebusque, movía al caminar mi culito con maestría, aunque a veces los tacones se me doblaban, ya los domaría con el uso.
Al pasar frente a la casa de la vieja clara, vi por la ventana que miraban TV en la sala, miré hacia arriba y sorprendí a Emilito espiándome desde la ventana, le sonreí y me froté rapidito las tetas, ahogué una carcajada y seguí camino arriba, ese sobo de tetas resultó eficaz para pescar clientes. Escote brutal más manoseo de tetas y chaz! Ahí lo tenía, su bolsa por mis tetas y mi pececito.

Los tiempos cambian.
Esta noche, al cruzar la avenida de la zona de tolerancia, intenté el viejo truco de sobo de tetas con un taxista que llevaba por pasajero a un tipo atractivo. El taxista con un movimiento de mano izquierda y un gesto de desprecio en su rostro me pidió que circulara….pitaba, sentía asco de mí
Las cosas han cambiado, si ...mis tetas caídas y mi coño raido, de labios colgantes ya no sirven… ni para cambiarlo por un pan.

4 comentarios:

Pablo dijo...

A veces pienso que es excesivo. Otras creo que es el mismo exceso lo que le da la gracia. Tal vez es un poco precipitado y muy descompensado el ritmo del principio con la precipitación del final. Pero siempre hay algo intenso. ¿tendrás que trabajarlo más? Un beso mexicano

Voces del cerro aislado dijo...

certero... duro.... pero seguramente conuna realidad brutal... me ha gustado

Lulop dijo...

Muy clara la relación entre el u inicio y el ligero final. Lo que no me queda totalmente claro, es el tema o el mensaje que se quiere transmitir. Es decir, que se intenta mostrar al relacionar un hogar disfuncional (Causa) con la prostitución (Efecto). De todos, tiene varios elementos que la hacen una lectura muy fácil y reflexiva. Te felicito.

Lulop dijo...

Muy clara la relación entre el detallado inicio y el ligero final. Lo que no me queda totalmente claro es el mensaje que se quiere transmitir. Es decir, que se intenta mostrar al relacionar un hogar disfuncional ( Causa) con la prostitución (Efecto). De todos modos, tiene elementos- como el lenguaje y el detalle de las situaciones descritas-que lo hacen un texto fácil de leer, reflexivo y emocionante. Te felicito.


..detalle fetichista para Pedro Blas.

..detalle fetichista para Pedro Blas.